La revolución de las conciencias
La experiencia de aprender arquitectura.
Cuando entré a estudiar arquitectura, debo confesar, no tenía claro para qué servía la profesión. Creí que no tenía la urgencia de saberlo y me lancé a la piscina. Conforme fui pasando la carrera, descubrí que podía entender y resolver determinados problemas con el uso de formas y estrategias, pero lo más importante fue darme cuenta que siendo estudiante, podía detectar deficiencias y proponer soluciones en la ciudad, que era capaz de pensar espacios que respondan a una necesidad y mejorar la calidad de vida de las personas.
No necesité ir demasiado lejos para encontrar hechos positivos donde la activa participación de los profesionales, los gobiernos y los ciudadanos logran mejorar su entorno con proyectos que conjugan diversas disciplinas y en sus propuestas aumentan áreas de esparcimiento, promueven políticas culturales y refuerzan la identidad del lugar, teniendo como resultado ciudades más humanas y ciudadanos más responsables.
-Medellín es el referente latinoamericano de políticas para mejorar la calidad de vida.Y surgió la pregunta: "¿Esto por qué no pasa en Lima?". Las respuestas son múltiples y fueron aclarándose conforme pasaba el tiempo y el interés en temas políticos iba aumentando: van desde hechos históricos, conflictos internos, decisiones políticas, ambiciones económicas y la idiosincrasia del peruano. Un combinado de sucesos que dieron como resultado la ciudad que hoy conocemos: extensa, insostenible, desigual, insegura, contaminada, para pasar y no para estar. Si los estudiantes y profesionales de la arquitectura podemos aportar desde nuestra competencia a la mejora de la ciudad, ¿por qué no hacerlo?
El torpe inicio de esta nueva gestión municipal, confirma que no es posible mejorar la ciudad si no es por la continuidad de las buenas políticas y proyectos de la gestión precedente que incluyen el incentivo a la participación ciudadana en el diálogo y la fiscalización de los movimientos de las autoridades. Los arquitectos y estudiantes debemos entonces ser comunicadores y educadores para enseñar y concientizar a la población, debemos regresar al origen de la disciplina y ser ciudadanos incluso antes que arquitectos, para construir poco a poco y en comunidad un proyecto de ciudad.
No somos ciudadanos por el simple hecho de nacer, vivir o trabajar en la ciudad. Nos hacemos ciudadanos cuando participamos activamente de los procesos de desarrollo y de las decisiones que nos afectan a todos, cuando nos indignamos y expresamos las disconformidades en público en debates o en protestas. Cuando nos ayudamos a entender el por qué de las cosas y abrimos las mentes con ejemplo y educación. Somos ciudadanos cuando dejamos la comodidad del "yo" y comprendemos que desde el "nosotros" podemos avanzar más rápido y seguro a ser una sociedad más justa y equitativa, de esto se trata la revolución de las conciencias, de saber quiénes somos. No estamos en la ciudad, la ciudad está en nosotros.