Estas semanas el proyecto de la nueva Ley Universitaria ha tenido bastante repercusión mediática: protestas desde la Asamblea Nacional de Rectores (ANR), postergaciones de su debate en el Congreso, y hasta la aparición de un proyecto alternativo desde el Ejecutivo han dejado en claro que su aprobación generará (para bien o mal) una serie de cambios hacia los involucrados en la educación superior en el Perú. Ahora, con respecto a los futuros arquitectos peruanos: ¿estarán preparados para su aprobación o reprobación?, ¿y harán algo por mejorar su desempeño pase lo que pase respecto a ello? Para éstas y muchas otras dudas el Arq. Wiley Ludeña, quien a lo largo de su experiencia académico-profesional ha sido y es todo un referente en temas de educación e investigación, tiene las respuestas bastante claras.
(Créditos Foto de Portada: apuntesdearquitecturadigital.blogspot.com)
- Es probable que en estos días se discuta en el Congreso la Nueva Ley Universitaria. ¿Cree que de aprobarse realmente tenga un impacto positivo en nuestra educación superior?
- Lo que sí creo es que la situación en la universidad peruana en general (sea pública o privada) se encuentra en un estado de crisis permanente en todos los sentidos. Desde luego que hay algunas relativamente mejores y otras notablemente pésimas, pero en general creo que nadie puede estar contento con la situación actual de la universidad: los índices de acreditamiento, los porcentajes de publicaciones indizadas que registra el Perú en relación a otros países de la región definen perfectamente esta situación de crisis a la que aludo. Por lo tanto la ley, si bien puede ser un instrumento que modifique en algo esta situación, de todas maneras no se da el factor fundamental para que la universidad cambie; los cambios importantes tendrán que venir desde dentro de la propia universidad, y en ese sentido yo tengo la impresión de que la realidad es mucho más compleja y difícil. Habremos generaciones de profesores, funcionarios y universitarios que nos hemos educado o hemos trabajado en contextos radicalmente distintos en los últimos treinta o cuarenta años, por lo tanto nuestra perspectiva tal vez sea distinta a las de las nuevas generaciones de profesores, incluso alumnos; esto desde luego será también un factor importante que acelere o que de alguna manera impida que los cambios sean estructurales y no meramente cosméticos.
- ¿Estarán en condiciones de aceptar estas medidas tanto los docentes como los alumnos que se oponen a esta Ley?
- A ver, nunca ningún documento va a recibir para bien o para mal el cien por ciento de aprobación. La ley que va a entrar en discusión en el Parlamento es una ley que ha recibido críticas muy severas de un sector, apoyos de otro, pero insisto: todo proceso de cambio siempre supone acciones y reacciones. Siento que sí hay una especie de universidad oculta, que está llena de vicios, de defectos, de una historia de cincuenta años de universidad totalmente depredada en todos sus sentidos, de una universidad que nunca ha investigado, de una universidad con estudiantes eternos, con profesores de repente charlatanes, y de repente pocos profesores que dignifican la labor de un profesor universitario con relación a investigación, publicaciones, etc. Y esto se nota mucho más en universidades de provincia tal vez, pero lo que está claro es que la coyuntura es distinta porque ahora tenemos un pool de universidades “empresa” que han distorsionado esencialmente el sentido de la vida universitaria, o también universidades “empresa” que funcionan como auténticos partidos políticos, cuyos rectores que se vanaglorian de nunca haber leído un libro utilizan las filiales como auténticas filiales de partidos políticos; eso ya realmente habla de una situación totalmente crítica.
- Y de aprobarse esta Ley, ¿cuál cree que debería ser la principal preocupación para un estudiante de arquitectura?
- Bueno, un estudiante de arquitectura tiene que tener siempre un pensamiento crítico, participar activamente en la vida universitaria, de eso se trata. Y fomentar los cambios en ese sentido.
- En 1989 usted publicó el libro “De la Utopía a la Apatía”, en el cual se hace un análisis de la docencia practicada en la URP. ¿Qué tanto han variado sus opiniones plasmadas en ese entonces con respecto a las de ahora?
- Bueno, el libro ha sido publicado hace más de veinte años. Yo creo que los cambios no han sido en general alentadores en la perspectiva que uno cree que debería crecer la facultad. Yo siento que en esta facultad, si es que no ha detenido su dinámica innovadora, por lo menos creo que el ritmo de este proceso de saber si una facultad creativa, con una energía de cambio importante, se ha detenido un poco. No sé, yo no he seguido con atención exactamente este proceso, pero creo que no ha sido precisamente uno del que se pudiera decir que se han mantenido algunos de los fundamentos históricos de por qué la facultad es aún la primera facultad de arquitectura en el Perú, pero compararse con otras facultades en el Perú puede resultar un poco relativo. Habría que ver esto en perspectiva de una acreditación global, con estándares mucho más complejos.
- ¿Será acaso que buena parte de la cátedra de arquitectura y urbanismo esté en conflicto con algunos problemas de la sociedad?
El encuentro o desencuentro entre universidad y sociedad siempre es un tema fundamental, y una de las razones por las cuales por lo menos pienso que la facultad de arquitectura de la Universidad Ricardo Palma está perdiendo ese liderazgo que antes tenía. No solo otras facultades han ingresado en procesos de cambios estructurales sostenibles y muy agresivos en ese sentido, sino fundamentalmente porque hay una vocación por el auto-enclaustramiento y una separación de los problemas reales de la sociedad que hace que la facultad no continúe con su anterior vocación: estar vinculada estrechamente con los problemas reales del país.
- ¿De alguna forma también se reflejará eso en el hecho de que últimamente la facultad no haga publicaciones desde la misma universidad, y que sus profesores tengan que hacerlo mediante otras universidades?
- Eso es un indicador visible y objetivo, ni siquiera una lectura subjetiva. Es paradójico que gran parte de los profesores que más publican en el Perú estén en la universidad y en la Facultad (de Arquitectura de la URP), pero ninguno de ellos publica aquí (en referencia a la URP) porque no existen las posibilidades ni los medios para hacerlo. Es una paradoja, desafortunada desde luego.
- Justamente hace unos años se realizaron en la PUCP seminarios que de alguna forma tocaban este tema. Dado que usted participó en ellos, ¿qué conclusiones podría sacar de aquellas experiencias?
- Bueno, lo interesante de la Facultad de Arquitectura de la PUCP es ese nivel de articulación con el debate global. Es algo que ha permitido un posicionamiento regional y global muy rápido, a tal punto que, independientemente de lo que se vive en el mundo interior de la propia facultad, el referente nacional fuera de las facultades de arquitectura tiene en la Universidad Católica uno de sus rostros más visibles. Igualmente la Facultad de Arquitectura de la UNI está desarrollando esfuerzos interesantes para retomar ese liderazgo histórico de una facultad que es casi como la madre de todas las demás facultades. Sin embargo, creo que esta conexión con el mundo global a través de la presencia de destacadas personalidades del mundo académico-profesional de la arquitectura y el urbanismo tiene cosas positivas, pero también puede tener efectos relativamente contraproducentes si es que desde nuestra perspectiva no se desarrolla un pensamiento crítico y siempre observe la situación del país como un primer escenario de trabajo y referencia.
- Sabiendo de esta visión global, desde su punto de vista: ¿cómo siente que el extranjero ve al arquitecto peruano?
- Yo creo que, en este momento, desde fuera se ve que el Perú es sinónimo de trabajo para los arquitectos, y hay una cantidad enorme de gente que viene a trabajar; pero que de aquí se note que hay una tendencia o una corriente, eso lo veo casi como un hecho inexistente. Basta ver un poco la cantidad de publicaciones que se refieren a la casuística peruana: en realidad es irrelevante y casi inexistente. Comparando por lo menos con la gastronomía peruana, definitivamente la arquitectura se parece más a la Selección Peruana de Fútbol.
- ¿Qué tan bajo puede ser entonces el nivel de atraso que tenemos en investigación?
- La investigación es un aspecto fundamental, país que no investiga no es innovador por esencia, y además si no investiga no se conoce a sí mismo. Entonces si un país que no se conoce a sí mismo no tiene un espíritu innovador, lo único que hace es copiar y copiar y reproducir visiones, esquemas y soluciones de otros contextos y de otros países, es un país condenado un poco a ubicarse siempre en un plano de relegamiento total de la arquitectura, la cultura o en general en todo lo que tiene que ver, y ahí creo que hay una gran tarea que hacer; y la investigación tengo la impresión que es uno de los pilares fundamentales de este cambio.
- Para terminar: todo esto que se ha conversado sería bueno que lo entienda gente fuera de la profesión (arquitectura). ¿Qué tan difícil puede ser para un arquitecto hacerse entender sobre estos temas de su ámbito profesional hacia personas que no lo son?
El gran problema del arquitecto peruano, o por lo menos del arquitecto peruano que estudia hoy, es esta especie de autismo social, cultural y personal en el que vive. Sé que son los signos de los nuevos tiempos, pero tengo la impresión que no es la sociedad la que debe entender a los arquitectos, sino es el arquitecto el que primero debe entender a la sociedad, ganarse el aprecio de ella y buscar nuevos niveles de legitimidad; y solo cuando sienta que efectivamente es parte de la sociedad, del pueblo y de la gente más necesitada puede exigir ser entendido y escuchado. Entretanto, simplemente el divorcio es cada vez mayor entre una cosa y otra.